Palabras de Dn. Norberto Larroca. 
Presidente del Congreso CAES y de Argentina Salud Comunidad. 
Presidente Honorario FLH y OIPSS.


Desde nuestro Congreso siempre hemos promovido un debate centrado en las políticas de salud. Dejamos de lado la praxis, que en nuestro país está muy bien desarrollada, pero la falencia central la vemos condensada en el sistema.

Salud, Crisis y Reforma siempre pretendió hacer un responsable aporte para colaborar con el gobierno en todos los tiempos, con una visión integral de las reformas que se necesitan y surgen de la práctica misma.

Para nosotros no hay una salud estatal y otra privada, la salud es pública y, es tan pública que necesita la integración de todos los recursos existentes de la Nación, que son sus verdaderos activos.

Es difícil compaginar las visiones sesgadas de aspectos partidarios que confunden el debate. Por eso es importante apartar toda facción posible para poder comprender las necesidades del hombre.



Nosotros planteamos que no tenemos un modelo de salud. Tenemos un modelo de atención de la enfermedad, que envuelto en nuestra propia decadencia viene lentamente haciendo agua. A pesar de su fragmentación todavía se mantenía útil, pero con el correr del tiempo se va desgranando y el sistema deteriorado, no va a dar respuesta a la comunidad. 

Atendemos la enfermedad con distintas cajas: el Estado, el sector privado, la seguridad social, y dinero de bolsillo. Es notable lo que pone la población para satisfacer sus necesidades.

Gracias a una de las virtudes de nuestro país, que es la seguridad social, hemos tenido un abundante financiamiento para poder llevar adelante la atención de la mayoría de la población. Pero la seguridad social, en el proceso evolutivo e involutivo de este tiempo, está cada vez más fragmentada y desfinanciada y, ahora se enfrenta a un proceso de desocupación que la pone en peligro.

Hay que pensar en proyectos sustentables, que garanticen concretamente la atención de la salud. Ocupando el lugar que corresponde. Todos los partidos y gobiernos han hablado mucho de salud, pero no la pusieron en la agenda. Hoy, producto de la desgracia, tenemos la suerte de que aparezca como una importante actividad para enfrentar la pandemia inesperada.

No se puede hablar de salud sin agua potable, cloacas, viviendas, con desechos industriales, con violencia urbana, drogadicción y hacinamiento, entre otros déficits sociales. Esto quiere decir que si respetamos la línea que planteamos en el debate, en nuestro Congreso del año pasado, "innovación y equidad", modestamente pretendo que la primera innovación de los argentinos en el campo de salud sea darle un espacio importante al pensamiento.

El pensamiento puede movilizar nuestros conceptos filosóficos dormidos, nos aproxima a la razón y nos saca de la confrontación constante y absurda que existe de hermano con hermano. Es trascendente para nosotros y los miembros de la salud que están hoy presentes reconocer aquellos que vienen haciendo esfuerzos extraordinarios para mantener los servicios a pesar de las dificultades que tienen para lograrlo. Los directores de los hospitales del Estado son héroes, como los directores de las clínicas. Héroes todavía más grandes son aquellos que atienden: nuestros médicos, enfermeros y personal en general de los establecimientos: clínicas, hospitales, geriátricos y clínicas psiquiátricas, institutos, etc.

La salud es tan importante que no puede quedar solo en manos de los maestros. Tiene que tener un compromiso ciudadano, integrando todas las especialidades correspondientes. Para preservar la salud del hombre y prevenir la enfermedad. No generar enfermos por la mala estructuración urbana, sin criterio sanitario, que genera miles de atenciones de enfermos innecesarios.

El capital de las clínicas es trabajo acumulado, no es un sector financiero. Es un sector que genera su estructura. Somos todos víctimas de la misma causa y victimarios también de los propios déficits.

Los argentinos tenemos que tomar conciencia y agudizar el pensamiento. No podemos seguir creyendo que tenemos un sistema de salud cuando está basado solo en el tratamiento de la enfermedad. Si desde la universidad no educamos a los profesionales en que hay que preservar la salud de la gente, vamos a seguir haciendo estudios maravillosos y aplicar tecnologías cada vez más sofisticadas, pero no vamos a dar en la tecla de cuál es el verdadero sistema que necesitan nuestras sociedades.

La atención de la enfermedad no va a poder ser financiada. Un país en crisis, que ha perdido el trabajo, va a debilitar su valor más extraordinario que es la seguridad social.

Las clínicas y sanatorios son hijos de la seguridad social. Surgimos por las demandas de las obras sociales. Para darle servicios que necesitaban los trabajadores. En el camino, fuimos desarrollando nuestra experiencia. Tenemos buenos sanitaristas, científicos, y estructuras necesarias. Pero si no le ponemos freno a esta caída, la decadencia nos va envolver de tal forma que vamos a perder lo que tenemos para atender la enfermedad.

La pandemia nos corrió la máscara de la hipocresía y nos permite darnos cuenta que la mirada tiene que tener el valor de la verdad, y hermano con hermano enfrentar la adversidad.

En nuestro país vivimos una reagudización de la crisis. Fuimos nosotros, muchos de los que estamos hoy presentes, los que luchamos en 2001 para mantener al sistema operativo cuando estábamos cerca de la disolución social.

Los hombres de la salud hemos elegido estar cerca del hombre y nos sentimos humanistas. Tenemos que hacer un gran esfuerzo y alinearnos en buscar de una salida.

La emergencia de la salud ya cumplió 18 años y sigue quedando debajo de la alfombra la basura de la falta de soluciones estructurales. Basta de emergencia sanitaria. La pandemia hace que la decadencia nos ilumine para ver el camino. Busquemos opciones que nos estimulen. Hemos recuperado el Ministerio de Salud, que antes era el vagón de cola de la República. Ojalá este Ministerio se mantenga en el gabinete y nos permita que los sectores estén integrados para encontrar las soluciones a los grandes problemas. Se han dado buenos pasos, la CONFECLISA trabaja activamente y se han conseguido algunos resultados. Pero son resultados del aquí y ahora, de la ultra emergencia. Demos algún paso más. Avancemos en la integración estatal privada. Trabajemos con todos los gobernadores, que el árbol de la construcción urbana no tape todo el bosque que es nuestro país federal.

Estoy dando un mensaje de conciencia y esperanza. Conciencia para saber hacia dónde vamos y la esperanza de que es posible. Los argentinos no podemos seguir analizando el pasado. Tenemos que enfrentar el futuro que nos llama. Fuimos el emergente de abuelos y padres que generaron esta legión de profesionales y que se condecoraban cuando un hijo ponía la chapa de su profesión en la puerta. Hemos recibido la savia buena y tenemos que volcarla para nuestros hijos, nietos y para la Argentina que reclamara un futuro mejor.

Este Congreso busca una salida con un sistema de salud que mantenga al hombre como eje. Recordemos que tenemos buenos padres: San Martín, Belgrano, Sarmiento, Alberdi. Nos sobran padres buenos y nos faltan hijos que comprendan que tenemos que avanzar hacia adelante defendiendo la Nación.

Muchas gracias.


20 de agosto de 2020.


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